domingo, 8 de febrero de 2009

PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA.

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa.
Has tocado
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás.
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante, el jadeo, la caída, la fuga.
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón
había que tirarlos,
había que llorarlos,
había que inventarlos otra vez.

PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA - SALVO EL CREPÚSCULO (1984) - JULIO CORTÁZAR.


sábado, 7 de febrero de 2009

YO PERSONALMENTE.

De repente, me encontré en una entrevista de trabajo, nerviosa y con ganas de que empiece y de que termine; con esa expectativa natural ante una entrevista laboral.
ME DIJO: -¿Nombre y apellido?-.
Me quedé vacilando e imaginando que la persona que me realizaba la entrevista estaba dudando de mi completa salud mental al verme dudar ante una pregunta tan simple. ¿Qué debía responder? ¿Mi nombre completo o sólo un nombre y mi apellido? A mi me llaman por mi segundo nombre porque es el que más me gusta, ¿entonces tendría que decir solamente ese o decir los dos y arriesgarme a que me llamen por el primero, al cual no estoy acostumbrada?
La persona que esperaba mi respuesta empezaba a impacientarse, se le notaba en el rostro, así que finalmente respondí.
LE DIJE: -Florencia Agustina Daher-.
ME DIJO: -¿Edad?-.
Nuevamente, tardé en responder.
Si le digo que tengo diecisiete puede que no me considere como una posible empleada para el puesto; pero si le digo que tengo dieciocho voy a quedar como mentirosa cuando vea mi año de nacimiento en la solicitud de empleo. Tendría que decirle que tengo diecisiete a punto de cumplir dieciocho. Por otro lado, supuse que ella se refería a la edad cronológica, no a la manera en que yo mido los verdaderos años de vida: mis años de vida se rigen en cuanto a las cosas que logro personalmente.
Consideré estas dos preguntas como un poco innecesarias, ¿para qué me pide estos datos si simplemente podría sacarlos de mi solicitud?
Concluyendo con mis pensamientos, me decidí a responder.
LE DIJE: -Diecisiete, pero en abril cumplo dieciocho-.
ME DIJO: -¿Ocupación?-.
Supe para donde disparaba esa pregunta la mujer que tenía enfrente, pero así y todo no pude evitar divagar unos instantes en mis pensamientos. ¿Qué debía responder? ¿En el 2008 terminé la secundaria y acabo de empezar el curso de nivelación del profesorado de Castellano y Literatura? ¿Estoy buscando trabajo pero no encuentro porque en todos lados piden mayores de dieciocho años y con experiencia? O tendría que contestar que estudio y que soy “ama de casa a medio tiempo”; ya que me levanto a las ocho de la mañana, hago compras que me pide mi papá, le hago algunos trámites, cuando él entra temprano al trabajo cocino, pongo un lavarropas, tiendo el que se terminó y bajo el que está tendido, hago las camas y plancho.
Al final, solté mi respuesta.
LE DIJE: -Soy estudiante, terminé el secundario el año pasado y este año empiezo el profesorado de Castellano y Literatura-.
ME DIJO: -¿Por qué elegiste la docencia?-.
En ésta respuesta me permití explayarme, no sé si en la respuesta, pero sí en mis pensamientos.
Me hice la pregunta a mí misma: ¿por qué elegí la docencia? ¿Será por el amor al arte, a la literatura en sí? ¿Será por la paciencia y la calma con la que suelo tratar a las personas y la forma de desenvolverme ante ellas? ¿Será por la idea positiva de querer transmitir mis conocimientos a otra gente y tratar de dejar mi marca personal en ella? ¿Será por querer tratar de romper las estructuras mentales a las que está acostumbrada la gente, y así aportar mi granito de arena para que las personas se conviertan en mentes pensantes?
Sí, es por todo eso.
Desde chiquita agarraba libros de la biblioteca de mi casa y mi pizarrón de juguete, y jugaba a la maestra con mis muñecas, poniéndolas en fila sobre el piso, dándoles un libro a cada una y copiando desde mi cuaderno de primer grado al pizarrón algo de lo que había escrito en el día.
La respuesta a esa pregunta fue simple y concreta.
LE DIJE: -Porque logré decidir que era lo que me gustaba realmente, lo que me apasionaba. Igualmente, recién empiezo, estoy en el curso de nivelación e ingreso.
ME DIJO: -¿Qué esperás del curso de ingreso?-.
Esa pregunta me agarró mal parada, desprevenida, y me dejó la mente en blanco: no sabía qué esperaba del curso.
Tardé un poco más de lo común en pensar y responder aquella pregunta, por más que pensaba no se me ocurría que contestar. ¿Esperaba empezar a conocer la forma en que se manejan los estudiantes terciarios o universitarios? ¿Esperaba conocer la metodología de enseñanza de los profesores de niveles superiores, comparada con la de los profesores de secundaria? ¿Esperaba conocer gente nueva y cambiar de aire? ¿O esperaba simplemente aprender?
De repente, respondí, y me dio la sensación de que aquella mujer esperaba la respuesta que le dí.
LE DIJE: -La verdad, no sé que espero, lo único que te puedo decir es que el primer día tenía un poco de miedo. Ah, y no daba más de los nervios.




(Ésto fue escrito por mi en la primera clase del curso de nivelación e ingreso del profesorado de Castellano, Literatura y Latín. Puede parecer muy esquemático o muuuuy malo, pero teníamos que escribirlo basándonos en la forma de un cuento leído en esa misma clase.)

SEXA.

-Papá...
-¿Hummm?
-¿Cómo es el femenino de sexo?
-¿Qué?
-Que cómo es el femenino de sexo.
-No tiene.
-¿Sexo no tiene femenino?
-No.
-¿Sólo hay sexo masculino?
-Sí. Es decir: no. Existen dos sexos: masculino y femenino.
-¿Y cómo es el femenino de sexo?
-No tiene femenino. Sexo es siempre masculino.
-Pero vos mismo dijiste que hay sexo masculino y sexo femenino.
-El sexo puede ser masculino o femenino. La palabra "sexo" es masculina. El "sexo masculino", el "sexo femenino".
-¿No debería ser "la sexa"?
-No.
-¿Por qué no?
-¡Porque no! Disculpá. Porque no. "Sexo" es siempre masculino.
-¿El sexo de la mujer es masculino?
-Si... ¡No! El sexo de la mujer es femenino.
-Y ¿cómo es el femenino?
-Sexo también. Igual al del hombre.
-¿El sexo de la mujer es igual al del hombre?
-Sí. Es decir... Mirá: hay sexo masculino y sexo femenino ¿no es cierto?
-Sí.
-Son dos cosas diferentes.
-Entonces ¿cómo es el femenino de sexo?
-Es igual al masculino.
-Pero, ¿no son diferentes?
-No. O... ¡sí! Pero la palabra es la misma. Cambia el sexo, pero no cambia la palabra.
-Pero entonces no cambia el sexo. Es siempre masculino.
-La palabra es masculina.
-No. "La palabra" es femenino. Si fuese masculino sería "el pal..."
-¡Basta! Andá a jugar.
El muchacho sale y entra la madre. El padre comenta:
-Vamos a tener que vigilar a este pendejo...
-¿Por qué?
-Sólo piensa en gramática.

SEXA - LUIS FERNANDO VERISSIMO


CONTINUIDAD DE LOS PARQUES.

Había empezado a leer una novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por un chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.




CONTINUIDAD DE LOS PARQUES - JULIO CORTÁZAR



viernes, 6 de febrero de 2009

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MENDIGA VOZ
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.


FIGURAS Y SILENCIOS
Manos crispadas me confinan al exilio.
Ayúdame a no pedir ayuda.
Me quieren anochecer, me van a morir.
Ayúdame a no pedir ayuda.


ALEJANDRA PIZARNIK - POESÍA COMPLETA


VERBO IRREGULAR.

Yo amo
Tu escribes
Él sueña
Nosotros vivimos
Vosotros cantáis
Ellos matan

VERBO IRREGULAR - PEDRADAS CON MI PATRIA (1964)
ROBERTO JORGE SANTORO