miércoles, 24 de junio de 2009

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HABLEN, TIENEN TRES MINUTOS

Hablen, tiene tres minutos.

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais,
para bajar al pozo donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.

Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.

Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.

Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.



NO ME DES TREGUA, NO ME PERDONES NUNCA...

No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex, desespérame.



LA LENTA MÁQUINA DEL DESAMOR...

La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.



LOS AMANTES

¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.



POEMA

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco
con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.


JULIO CORTÁZAR.

viernes, 19 de junio de 2009

VII

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.

Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.

Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.

Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.

Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacuden tus ojos oceánicos.

Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.

Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.


"VEINTE POEMAS DE AMOR Y UNA CANCIÓN DESESPERADA"
PABLO NERUDA


miércoles, 17 de junio de 2009

CORSO (altamente recomendable).

Vos sabés cómo nos divertimos, el corso era un asco pero nosotros nos divertimos igual. El Ángel se consiguió unos plumachos, dice que los trajo de la isla y que crecen en una planta, pero eran como plumas de avestruz. Después me fijé que en un quiosco los vendían a veinte sopes cada uno, qué atorrantes, imagináte que esas cosas crecen en los árboles y los tipos las venden a veinte mangos.
Hacía un tornillo que te la debo, pero igual las minas andaban casi en bolas en las carrozas, yo siempre digo que estas ñatas con tal de andar en bolas hacen cualquier cosa. El Ángel y yo empezamos a pasarles los plumachos por las gambas, vos sabés qué plato. A las tipas les gustaba, pero algunas ponían cara seria para disimular, vamos, viejo, a quién no le gusta que le hagan cosquillitas. Un jetón que iba en una picá llena de florcitas le dijo al Ángel por qué no se las metés a tu abuela y el Ángel le refregó el plumacho por la cara. El tipo hizo como que se bajaba pero cuando nos vio las caras subió el vidrio y la dejó a la hermanita en el capó y el Ángel le rompió tres plumachos entre las gambas, estuvo exagerado.
Pero lo grande fue cuando vino el hindú en un Forcito del tiempo e' mama. Este hindú venía todo desnudo, menos un calzoncillo cerradito y un turbante en el melón con una piedra divina, te lo juro. Iba sentado en el capó, con las patas cruzadas, seguro que lo vio en el cine. Con una mano se agarraba la barriga, y con la otra se tocaba la piedra del melón y después el pecho y saludaba, hablando bajito en un idioma. Pero lo mejor que hacía este hindú era que en cada bocacalle se tomaba un trago de un frasquito, prendía un fósforo y escupía unas llamaradas de samputa.
Cuando el Ángel lo vio, se quedó enloquecido y empezamos a seguirlo. Yo le decía dejáme de joder, mirá las minas, y el Ángel nada, el hindú lo tenía entusiasmado, lo miraba de arriba abajo como si fuera Nélida Roca. Ahí supe que iba a hacer una cagada, porque el Ángel será lo que vos quieras, menos eso.
Cuando me quise acordar estábamos frente al palco el hindú con el Forcito y al lado el Ángel y yo detrás. Entonces el hindú mirando el palco donde estaba el intendente, echa la cabeza para atrás y se manda un trago doble de nasta, y mirando al cielo se arrima el foforito. Y en eso lo veo al Ángel que levanta el plumacho y lo toca justito en el hueso de la garganta, y el hindú empieza a escupir fuego hasta por los ojos y se siente un olor a bife que no te cuento, el hindú parece que se quema, y yo hago lugar para los bomberos, o sea que me rajo. Y por la otra vereda lo veo al hindú que lo corre al Ángel, y ya no le habla en el idioma sino que le dice la puta que te parió, la puta que te parió, y menos mal que no lo agarra porque sinó lo mata. Al rato nos encontramos con el Ángel en la estación, el Ángel hace como que me habla en el idioma, y nos meamos de la risa, viejo, vos sabés qué plato.


"LOS OFICIOS TERRESTRES" - RODOLFO WALSH

viernes, 12 de junio de 2009

PLATERO...

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
- Tien' asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.






Juan Ramón Jiménez.

miércoles, 10 de junio de 2009

BASURA. -

Se encuentran en el área de servicio, cada cual con su bolsa de basura. Es la primera vez que se hablan.
–Buen día.
–Buen día.
–Usted vive en el 610.
–Y usted en el 612.
–Pues sí.
–No había tenido la oportunidad de conocerlo...
–Es cierto...
–Disculpe mi indiscreción, pero he visto antes su basura.
–¿Mi qué?
–Su basura.
–Ah...
–Me he fijado que nunca es mucha. Su familia debe ser pequeña...
–En realidad, vivo solo.
–Mmmm. Noté también que usa mucha comida de lata.
–Es que tengo que hacerme yo mismo la comida. Y como no sé cocinar...
–Entiendo.
–Usted también...
–Trátame de tú...
–Bueno, ahora perdóname a mí la indiscreción, pero he visto algunos restos de comida en tu basura: setas, cosas así...
–Es que me gusta mucho cocinar, hacer platos diferentes... pero como vivo sola, a veces me sobra...
–¿No tiene... digo, no tienes familia?
–Tengo, pero no aquí.
–En Espíritu Santo.
–¿Y cómo lo sabes?
–He visto unos sobres en tu basura... de Espíritu Santo.
–Pues sí. Mami me escribe todas las semanas.
–¿Es profesora ella?
–¡Es increíble! ¿Pero cómo lo adivinaste?
–Por la letra del sobre. Me pareció letra de profesora.
–Tú no recibes muchas cartas... a juzgar por tu basura, digo.
–Pues no...
–El otro día había un sobre de telegrama todo arrugado.
–Sí.
–¿Malas noticias?
–Mi papá. Murió.
–Lo siento mucho.
–Ya estaba muy viejito. Vivía en el sur. Hace tiempo que no nos veíamos.
–¿Fue por eso que empezaste a fumar de nuevo?
–¿Y cómo lo sabes?
–De un día para otro empezaron a aparecer en tu basura cajetillas estrujadas.
–Es verdad. Pero ya he logrado dejarlo.
–Yo, gracias a Dios, nunca he fumado.
–Yo sí. Pero he visto unos frascos de pastillas en tu basura...
–Tranquilizantes. Fue una etapa. Ya pasó.
–Te peleaste con un novio, ¿verdad?
–¿También eso lo descubriste en la basura?
–Primero botaste un ramo de flores, con todo y tarjetita. Después, muchos kleenex.
–Sí, lloré bastante, pero ya pasó...
–Pero hoy todavía hay unos kleenecitos...
–Es que tengo un poco de alergia.
–Ah.
–Veo muchas revistas de crucigramas en tu basura.
–Pues sí... bueno... es que estoy mucho en casa... no salgo mucho... ya sabes.
–¿Tienes novia?
–No.
–Pero hace unos días había una foto de una mujer en tu basura. De lo más bonita.
–Estaba limpiando gavetas. Cosa del pasado.
–No rompiste la foto. Eso significa que en el fondo quieres que vuelva.
–¡Pero ya estás analizando mi basura!
–No puedo negar que tu basura me interesó.
–Gracias. Cuando examiné la tuya, decidí que me gustaría conocerte. Creo que fue la poesía.
–¡No! ¿Viste mis poemas?
–Los vi, y me gustaron mucho.
–¡Pero si son muy malos!
–Si los encontraras tan malos, los habrías roto. Estaban dobladitos.
–Si hubiera sabido que los ibas a leer...
–No me los guardé porque, después de todo, sería como robar, aunque, no sé: ¿la basura sigue siendo propiedad de quien la tiró?
–Pienso que no. La basura es de dominio público.
–Tienes razón. A través de la basura, lo particular se vuelve público. Las sobras de nuestra vida privada se integran con las sobras de otros. La basura es comunitaria. Es nuestra parte más social. Será eso...
–Bueno, ya estás yendo muy lejos con eso de la basura. Creo que...
–Ayer, en tu basura...
–¿Ah?
–¿Me equivoco, o había carapachos de camarón?
–Acertaste. Compré unos camarones grandes y los pelé.
–Me encantan los camarones.
–Bueno, los pelé, pero no me los he comido todavía. Quizás podríamos...
–¿Comer juntos?
–Ajá.
–No quiero darte trabajo.
–No es ningún trabajo.
–Vas a ensuciar tu cocina.
–Nada. En un momento se limpia todo y se botan las sobras.
–¿En tu basura o la mía?


LUIS FERNANDO VERÍSSIMO.



sábado, 6 de junio de 2009

TODAVÍA.

No lo creo todavía,
estás llegando a mi lado,
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría.

Palpo, gusto, escucho y veo
tu rostro, tu paso largo,
tus manos, y sin embargo
todavía no lo creo.

Tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo,
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto.

Nadie nunca te reemplaza,
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa.

Sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte,
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía.

Pero venís y es seguro,
y venís con tu mirada,
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro.

Y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos,
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido.

Y si beso la osadía
y el misterio de tus labios,
no habrá dudas ni resabios,
te querré más
todavía.

(me hace llorar, siempre).



TODAVÍA - MARIO BENEDETTI

miércoles, 3 de junio de 2009

INSTRUCCIONES PARA LLORAR.

Instrucciones para llorar.
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.







JULIO CORTÁZAR - HISTORIAS DE CRONOPIOS Y FAMAS

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ENCUENTRA BELLO TODO LO QUE PUEDAS.

Vincent Van Gogh.