sábado, 17 de octubre de 2009

¿QUÉ PASARÍA?

¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.

Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.

Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.


"SI DIOS FUERA UNA MUJER"
MARIO BENEDETTI



domingo, 4 de octubre de 2009

FACETA INFANTILOIDE.

Tengo regresiones infantiles, siempre. Y las amo.
Escucho canciones infantiles con mi primito y bailamos juntos, llego a mi casa, las pongo en la computadora y bailo sola (si son para "actuar" tipo Saco una manito, más todavía), después estoy todo el día cantando La brujita Tapita, Pinocho o La vaca lechera; me grabé un CD de Xuxa para escuchar mientas hago cosas; voy por la calle bailando y cantando en voz alta, la gente me mira y sonríe - o se ríe, no lo sé, no me detengo a pensar en eso, pero yo creo que sonríen -. Le hablo a mi mamá haciéndome la bebé, "traéme la gombacha" o "alcanzame la gombilla para el mate" le digo; y ella se ríe, y yo más. Todas las noches cuando voy a guardar mis cosas en la pieza le digo a mi mamá que me voy y que no me espere a comer, como hacía cuando era chiquita. En short y medias, me cuelgo la mochila y le digo chau. Y ella se ríe de nuevo, y de nuevo yo me río más.
Veo dibujitos animados con mis primitos más chicos en Discovery Kids, aunque esos no me gustan mucho. Pero paso horas viendo dibujitos animados "de mi época": Scooby Doo, Las chicas superpoderosas, La Vaca y el Pollito, Johnny Bravo, Las Olimpiadas de la Risa, los Looney Tunes, La Pantera Rosa; todos en Boomerang, por supuesto. De vez en cuando encuentro Plaza Sésamo, los Muppets o El chavo y, dicho sea de paso, los veo aun.
Veo los juguetes de mis primos chicos y juego yo; armo castillos con sus maderas, pinto sus libritos de pintar, hago torres con Rastis (mentira, son de otra marca más actual).
También hago rimas tontas al estilo "Agustina come gelatina" o "Nicolás camina para atrás"; y le cambio la letra a canciones de Calamaro, Attaque 77, la Bersuit, los Redondos, Catupecu. "Cuidado con las palabras que terminan con ina, yo también quiero mucho a Agustina aunque nadie me preguntó si Agustina me quería llamar" canto, aunque no tenga sentido lo que dicen mis letras inventadas. Tengo colección de cuentos infantiles, y cuando estoy aburrida todavía los leo.
Desfilo, me disfrazo y desfilo. Canto desafinada con el karaoke de la computadora. Bailo ridículamente. Hasta a veces soy un poco caprichosa. En mi celular, el sonido para los mensajes de texto es de Buscando a Nemo y el fondo de pantalla de los Looney Tunes. Y ni hablar de las películas, cada vez que encuentro alguna de Disney me quedo viéndola; todavía lloro con Pocahontas, Dumbo y El rey León.
Me acuerdo del nombre de mi amigo invisible, Vicky (sí, era hombre y se llamaba así), aunque me abandonó hace mucho tiempo ya. Igual sigo hablando sola, "pensás en voz alta" me dicen algunos.
Algunos me dicen infantil, sin embargo sigo haciéndolo, y hasta adelante de todo el mundo.
Tengo regresiones infantiles, siempre. Y las amo.