viernes, 29 de mayo de 2009

UNA PRINCESA Y UN BUFÓN ERRANTE.

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas vanales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la líbelula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgullosos de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa,
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal,
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está palida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
--¡Calla, calla, princesa --dice el hada madrina--,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!







SONATINA - RUBÉN DARÍO

martes, 26 de mayo de 2009

lunes, 18 de mayo de 2009

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Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.

Mario Benedetti.

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Ven a dormir conmigo: no haremos el amor. Él nos hará.

Julio Cortázar.

domingo, 17 de mayo de 2009

QUIERO, DAME, DALE.


A pesar de las canciones que te pueda yo escribir, un milagro misterioso tiene que surgir para que alguien me vuelva a ver feliz. Choco con la misma piedra y me vuelvo a repetir, y un error tan culminante pudo destruir el amor y mis ganas de vivir. Cómo extraño tus locuras, tu forma de caminar, tus delirios peligrosos y tu forma de andar por ahí cumpliendo sueños sin mirar. Es inútil que la vida me dé otra oportunidad; y si tus manos, ni tu cuerpo no me quieren tocar, si me caigo, no me vuelvo a levantar. Quiero para siempre que te quedes en mi mente y que me vuelvas a vivir. Quiero que no olvides todo lo que necesito de tu amor, y en la noche de las noches me veras caer, ¡pidiendo perdón amor! Yo quiero el beso perfumadito de tu boquita pintada, que me llene de alegría, que se calme este dolor, y los efectos que nunca siento son los rebotes del viento, que calman sueños. Anoche después del trueno, yo salí a caminar sin saber que tu fantasma me quería pegar, me tiró, no me pude levantar. El reloj es una bomba, como un rayo de Plutón, los estudios, los amigos, la contaminación, y ese aire que me hacia respirar. Está mojado y hace frío, es de noche en la ciudad, vitamina sigue triste, no le quise preguntar: ¿Qué es dolor? ¿Qué es perder? y ¿Qué es amar? Es mas joven, tiene pinta, él no te hace enojar, él no sabe cuando duermes, cuando dejas de hablar; como yo, nunca nadie te va a amar. Yo quiero el beso perfumadito de tu boquita pintada, que me llene de alegría, que se calme este dolor, y los efectos que nunca siento son los rebotes del viento, que calman sueños. Voy a sacar de vos mi presencia, voy a brillar por mi ausencia, voy a cantarle a la libertad, no quiero verte nunca más. Quiero escupir todo lo que siento, quiero perderme en tus sueños, voy a pedirte el mundo. Y los efectos que nunca siento son los rebotes del viento, que calman sueños, boquitas pintadas, boquitas pintadas.

sábado, 16 de mayo de 2009

CLAROSCURO.

A veces en mi cuarto estando solo quisiera acabar con todo, siento que en esta vida no tengo chance, que todo lo que hago es un percance. Y es precisamente en ese momento en que de mi mala suerte yo me lamento, en que tú te apareces con tus caricias, me besas por la espalda, me das una sonrisa, me dices “flaco, olvida el caso, a la envidia no le hagas caso”. Por ser siempre así, siempre así, estas tres notas son para ti. Recuerdo aquel día en que te conocí, muchos amores empiezan así. “Que feo, que creída”, eso pensamos. ¿Quién diría que nos enamoramos? Y no fue el destino ni tampoco tus amigas lo que nos unió de por vida, fue el hablar claro como dos amigos, sin dejar los defectos escondidos. “¿Sabes qué pelada? Me gusta hablar sucio”, tú dijiste “No me importa si me quieres mucho”. Por ser siempre así, siempre así, estas tres notas son para ti. Recuerdo todas esas cosas que juntos vivimos: las veces que tú, con tus loqueras cogías mi gorra y jugabas a la rapera; los primeros besos, las primeras huidas, las primeras caricias atrevidas. Y aquella vez que jugando en mi cama, fuiste mía un viernes de mañana; desnuda y con el corazón en la mano me abrazaste, me besaste y me dijiste “Te amo”. Por ser siempre así, siempre así, estas tres notas son para ti. “¿Sabes?, yo sé que a veces quisiera escoger y matarme. Pero sabes, a veces... ¿si?. ¿Sabes?, yo sé, no soy un galán, soy callejero, un chance patán. Pero te quiero, eso no lo niego. Pero al ser dominado le tengo miedo. Dime necio, dime terco, dime infracto; dime todo eso, pero dímelo con tacto. Y si alguna vez te hice llorar, fueron palabras que no quise mencionar. No soy muy cursi, eso tú lo sabes, pero en el mundo no hay quien más te ame”. Por ser siempre así, siempre así, escucha, estas tres notas son para ti.


viernes, 15 de mayo de 2009

ORFEO Y EURÍDICE

Fue un poeta y un músico prodigioso, el cantor por antonomasia. Tocaba la lira y la cítara (de la que se le considera inventor o al menos el perfeccionador del instrumento, aumentando sus cuerdas de siete a nueve en honor a las nueve musas). Sus melodías tenían el poder de conmover a las rocas, los árboles inclinaban las ramas a su paso, conseguía amansar a las fieras y dulcificar el carácter de los hombres.
Algunas tradiciones lo presentan como el soberano de Tracia, donde gobernaba sobre los bistones, los odrisos y los macedonios, entre otros. Está normalmente considerado hijo del rey de los tracios, Eagro, aunque en ocasiones se le adjudica como padre al dios Apolo. Las tradiciones discrepan más respecto a su madre, pero generalmente es considerada una de las musas, pudo ser Calíope, Polimnia, Urania o quizás Menipe (una hija de Támiris).
Participó en la expedición de los Argonautas. Orfeo no remaba, se encargaba de marcar el ritmo de los remeros. Al ser el único iniciado en los misterios de Samotracia, era el encargado de pedir protección a los Cabiros (dioses menores protectores de los marineros), por lo que ejerció como sacerdote de los Argonautas. Durante una tempestad, sus cantos consiguieron tranquilizar a la tripulación e incluso calmar la furia de las olas.
En esta expedición, su mayor hazaña fue anular el embrujo que los cantos de las Sirenas producían en los marineros. Orfeo entonó tan dulces melodías que la tripulación no sintió deseos de acercarse a las Sirenas, evitando así estrellarse contra las rocas y ser devorados por las Sirenas. Algunas leyendas cuentan que tras este episodio las Sirenas se suicidaron.
Pero el mito que realmente ha dado notoriedad a este personaje ha sido su descenso a los infiernos en busca de Eurídice, esposa de Orfeo. Cierto día, mientras la dríade Eurídice se paseaba con sus compañeras por un prado de Tracia, fue sorprendida en tan gozosa ocupación por Aristeo, un hijo de Apolo. Embelesado por la belleza de la ninfa, sé abalanzó sobre ella con aviesas intenciones. Para evitar la violación, Eurídice emprendio una veloz carrera. Por desgracia, durante la persecución, la joven pisó con su pie descalzo una serpiente y murió. Cuando Orfeo descubrió su muerte, el dolor que sintió fue tan hondo que decidió adentrase en los infiernos para rescatarla de las fauces de la muerte.
Gracias al hechizo que sus melodías producían, Orfeo pudo adentrase en el Tártaro. Primero embelesó con su música al barquero Caronte, que consintió en llevarle a través de los pantanos del Aqueronte. Después sus cantos embrujaron a Cérbero, el perro que cuida la entrada del Hades. Su música tuvo el poder de detener los suplicios de los condenados, la rueda de Ixión dejó de girar, la piedra de Sísifo quedó en equilibrio, Tántalo olvidó momentáneamente su eterna hambre y sed, las Danaides dejaron de llenar su tonel sin fondo. Tampoco los tres jueces infernales, Minos, Éaco y Radamantis quedaron indiferentes ante su música. Impresionados los dioses del Tártaro, Hades y Perséfone, ante tales pruebas de amor y habilidad, consintieron en devolverle a su amada. Solo pusieron una condición, que Orfeo saliese con Eurídice de los Infiernos sin volver la vista atrás, para comprobar que su esposa le seguía, hasta que llegase a la luz del sol. Orfeo aceptó y comenzó a caminar hacia la salida, con el sonido de su lira guiaba a la ninfa a través de la oscuridad. Cuando ya estaba cerca de la luz, le asaltó el temor de haber sido burlado por los dioses infernales, e incapaz de resistirse volvio la cara. En el momento en que sus ojos se posaron sobre su mujer, Eurídice desapareció para siempre y Orfeo se vio obligado a regresar al mundo de los vivos sin ella.

La muerte de Orfeo nos ofrece mitos con numerosas variantes. Generalmente se admite que murió despedazado por las mujeres tracias. Los motivos de la ejecución pudieron ser varios. Quizás Afrodita quiso vengarse de Calíope (por el dictamen que hizo la musa en su papel de juez, sobre la disputa que mantenían Afrodita y Perséfone acerca de Adonis) a través de su hijo y para ello inspiró una insaciable pasión en las mujeres tracias, que se vieron despechadas por las negativas de Orfeo. Pudo ser por inventar la pederastia, pues tras la muerte de Eurídice, Orfeo solo se unió a muchachos. O quizás porque al regresar de los infiernos, instituyó unos misterios que estaban vedados a las mujeres. Otra leyenda relata la muerte de Orfeo por un rayo de Zeus, ofendido el dios, por las revelaciones que estaba haciendo a sus discípulos sobre sus experiencias en el Hades. Una de las versiones atribuye la muerte del músico a las menades. Éstas lo habrían despedazado durante un furor dionisíaco inspirado por Dionisio, celoso por el culto que Orfeo profesaba a Apolo. También existe una leyenda que narra el suicidio de Orfeo atormentado por su fallido intento de recuperar a Eurídice.
Tras su muerte siguen existiendo mitos sobre Orfeo. Una de ellos cuenta que las mujeres tracias arrojaron los pedazos de Orfeo junto a su lira al agua. Los trozos llegaron a Lesbos donde se les dio sepultura y de ella a veces salía el sonido de una lira. Otra tradición relata cómo se desató una peste en la desembocadura del río Meles y el oráculo declaró que la peste cesaría tras ofrendar honras fúnebres a la cabeza de Orfeo. Después de una exhaustiva búsqueda la cabeza fue encontrada por unos marineros aún sangrante y entonando melodías.




(de todos, el que más me gusta).


domingo, 3 de mayo de 2009

NIEBLA

Los hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidente. Y la vida es esto, la niebla. La vida es una nebulosa.
[...]
Y siguieron los dos, Augusto y Eugenia, en direcciones contrarias, cortando con sus almas la enmarañada telaraña espiritual de la calle. Porque la calle forma un tejido en que se entrecruzan miradas de deseo, de envidia, de desdén, de compasión, de amor, de odio, viejas palabras cuyo espíritu quedó cristalizado, pensamientos, anhelos, toda una tela mistariosa que envuelve las almas de los que pasan.

NIEBLA - MIGUEL DE UNAMUNO


viernes, 1 de mayo de 2009

RIMMEL.

Ella sólo intenta ser feliz, tropezando está, nadan hoy sus ojos entre el rimel, su mentira ya se hundió en la hiedra. Ves, en su abismo, con sus enaguas, quiere escapar de la bruma. Tan apurada está que atropella el viento en la avenida. Hoy su inútil pétalo secó por su soledad. Y con las campanas se divierte, pensando que son de aquí, la muerte. Ah, si pudiera. Si ella quisiera abrirse del ser y la nada, tal vez podría ver que su Dios está en la adolescencia. Correrás al fin con frenesí, por tu libertad. Pero ni bien una lágrima caiga, mil estrellas juzgarán que es en vano, ya que Dios es un mundo, en el que amar es la eternidad que uno busca y no lo pienses más, que tu mueca está tan despintada.