Fue un poeta y un músico prodigioso, el cantor por antonomasia. Tocaba la lira y la cítara (de la que se le considera inventor o al menos el perfeccionador del instrumento, aumentando sus cuerdas de siete a nueve en honor a las nueve musas). Sus melodías tenían el poder de conmover a las rocas, los árboles inclinaban las ramas a su paso, conseguía amansar a las fieras y dulcificar el carácter de los hombres.
Algunas tradiciones lo presentan como el soberano de Tracia, donde gobernaba sobre los bistones, los odrisos y los macedonios, entre otros. Está normalmente considerado hijo del rey de los tracios, Eagro, aunque en ocasiones se le adjudica como padre al dios Apolo. Las tradiciones discrepan más respecto a su madre, pero generalmente es considerada una de las musas, pudo ser Calíope, Polimnia, Urania o quizás Menipe (una hija de Támiris).
Participó en la expedición de los Argonautas. Orfeo no remaba, se encargaba de marcar el ritmo de los remeros. Al ser el único iniciado en los misterios de Samotracia, era el encargado de pedir protección a los Cabiros (dioses menores protectores de los marineros), por lo que ejerció como sacerdote de los Argonautas. Durante una tempestad, sus cantos consiguieron tranquilizar a la tripulación e incluso calmar la furia de las olas.
En esta expedición, su mayor hazaña fue anular el embrujo que los cantos de las Sirenas producían en los marineros. Orfeo entonó tan dulces melodías que la tripulación no sintió deseos de acercarse a las Sirenas, evitando así estrellarse contra las rocas y ser devorados por las Sirenas. Algunas leyendas cuentan que tras este episodio las Sirenas se suicidaron.
Pero el mito que realmente ha dado notoriedad a este personaje ha sido su descenso a los infiernos en busca de Eurídice, esposa de Orfeo. Cierto día, mientras la dríade Eurídice se paseaba con sus compañeras por un prado de Tracia, fue sorprendida en tan gozosa ocupación por Aristeo, un hijo de Apolo. Embelesado por la belleza de la ninfa, sé abalanzó sobre ella con aviesas intenciones. Para evitar la violación, Eurídice emprendio una veloz carrera. Por desgracia, durante la persecución, la joven pisó con su pie descalzo una serpiente y murió. Cuando Orfeo descubrió su muerte, el dolor que sintió fue tan hondo que decidió adentrase en los infiernos para rescatarla de las fauces de la muerte.
Gracias al hechizo que sus melodías producían, Orfeo pudo adentrase en el Tártaro. Primero embelesó con su música al barquero Caronte, que consintió en llevarle a través de los pantanos del Aqueronte. Después sus cantos embrujaron a Cérbero, el perro que cuida la entrada del Hades. Su música tuvo el poder de detener los suplicios de los condenados, la rueda de Ixión dejó de girar, la piedra de Sísifo quedó en equilibrio, Tántalo olvidó momentáneamente su eterna hambre y sed, las Danaides dejaron de llenar su tonel sin fondo. Tampoco los tres jueces infernales, Minos, Éaco y Radamantis quedaron indiferentes ante su música. Impresionados los dioses del Tártaro, Hades y Perséfone, ante tales pruebas de amor y habilidad, consintieron en devolverle a su amada. Solo pusieron una condición, que Orfeo saliese con Eurídice de los Infiernos sin volver la vista atrás, para comprobar que su esposa le seguía, hasta que llegase a la luz del sol. Orfeo aceptó y comenzó a caminar hacia la salida, con el sonido de su lira guiaba a la ninfa a través de la oscuridad. Cuando ya estaba cerca de la luz, le asaltó el temor de haber sido burlado por los dioses infernales, e incapaz de resistirse volvio la cara. En el momento en que sus ojos se posaron sobre su mujer, Eurídice desapareció para siempre y Orfeo se vio obligado a regresar al mundo de los vivos sin ella.
La muerte de Orfeo nos ofrece mitos con numerosas variantes. Generalmente se admite que murió despedazado por las mujeres tracias. Los motivos de la ejecución pudieron ser varios. Quizás Afrodita quiso vengarse de Calíope (por el dictamen que hizo la musa en su papel de juez, sobre la disputa que mantenían Afrodita y Perséfone acerca de Adonis) a través de su hijo y para ello inspiró una insaciable pasión en las mujeres tracias, que se vieron despechadas por las negativas de Orfeo. Pudo ser por inventar la pederastia, pues tras la muerte de Eurídice, Orfeo solo se unió a muchachos. O quizás porque al regresar de los infiernos, instituyó unos misterios que estaban vedados a las mujeres. Otra leyenda relata la muerte de Orfeo por un rayo de Zeus, ofendido el dios, por las revelaciones que estaba haciendo a sus discípulos sobre sus experiencias en el Hades. Una de las versiones atribuye la muerte del músico a las menades. Éstas lo habrían despedazado durante un furor dionisíaco inspirado por Dionisio, celoso por el culto que Orfeo profesaba a Apolo. También existe una leyenda que narra el suicidio de Orfeo atormentado por su fallido intento de recuperar a Eurídice.
Tras su muerte siguen existiendo mitos sobre Orfeo. Una de ellos cuenta que las mujeres tracias arrojaron los pedazos de Orfeo junto a su lira al agua. Los trozos llegaron a Lesbos donde se les dio sepultura y de ella a veces salía el sonido de una lira. Otra tradición relata cómo se desató una peste en la desembocadura del río Meles y el oráculo declaró que la peste cesaría tras ofrendar honras fúnebres a la cabeza de Orfeo. Después de una exhaustiva búsqueda la cabeza fue encontrada por unos marineros aún sangrante y entonando melodías.
(de todos, el que más me gusta).
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