sábado, 7 de febrero de 2009

YO PERSONALMENTE.

De repente, me encontré en una entrevista de trabajo, nerviosa y con ganas de que empiece y de que termine; con esa expectativa natural ante una entrevista laboral.
ME DIJO: -¿Nombre y apellido?-.
Me quedé vacilando e imaginando que la persona que me realizaba la entrevista estaba dudando de mi completa salud mental al verme dudar ante una pregunta tan simple. ¿Qué debía responder? ¿Mi nombre completo o sólo un nombre y mi apellido? A mi me llaman por mi segundo nombre porque es el que más me gusta, ¿entonces tendría que decir solamente ese o decir los dos y arriesgarme a que me llamen por el primero, al cual no estoy acostumbrada?
La persona que esperaba mi respuesta empezaba a impacientarse, se le notaba en el rostro, así que finalmente respondí.
LE DIJE: -Florencia Agustina Daher-.
ME DIJO: -¿Edad?-.
Nuevamente, tardé en responder.
Si le digo que tengo diecisiete puede que no me considere como una posible empleada para el puesto; pero si le digo que tengo dieciocho voy a quedar como mentirosa cuando vea mi año de nacimiento en la solicitud de empleo. Tendría que decirle que tengo diecisiete a punto de cumplir dieciocho. Por otro lado, supuse que ella se refería a la edad cronológica, no a la manera en que yo mido los verdaderos años de vida: mis años de vida se rigen en cuanto a las cosas que logro personalmente.
Consideré estas dos preguntas como un poco innecesarias, ¿para qué me pide estos datos si simplemente podría sacarlos de mi solicitud?
Concluyendo con mis pensamientos, me decidí a responder.
LE DIJE: -Diecisiete, pero en abril cumplo dieciocho-.
ME DIJO: -¿Ocupación?-.
Supe para donde disparaba esa pregunta la mujer que tenía enfrente, pero así y todo no pude evitar divagar unos instantes en mis pensamientos. ¿Qué debía responder? ¿En el 2008 terminé la secundaria y acabo de empezar el curso de nivelación del profesorado de Castellano y Literatura? ¿Estoy buscando trabajo pero no encuentro porque en todos lados piden mayores de dieciocho años y con experiencia? O tendría que contestar que estudio y que soy “ama de casa a medio tiempo”; ya que me levanto a las ocho de la mañana, hago compras que me pide mi papá, le hago algunos trámites, cuando él entra temprano al trabajo cocino, pongo un lavarropas, tiendo el que se terminó y bajo el que está tendido, hago las camas y plancho.
Al final, solté mi respuesta.
LE DIJE: -Soy estudiante, terminé el secundario el año pasado y este año empiezo el profesorado de Castellano y Literatura-.
ME DIJO: -¿Por qué elegiste la docencia?-.
En ésta respuesta me permití explayarme, no sé si en la respuesta, pero sí en mis pensamientos.
Me hice la pregunta a mí misma: ¿por qué elegí la docencia? ¿Será por el amor al arte, a la literatura en sí? ¿Será por la paciencia y la calma con la que suelo tratar a las personas y la forma de desenvolverme ante ellas? ¿Será por la idea positiva de querer transmitir mis conocimientos a otra gente y tratar de dejar mi marca personal en ella? ¿Será por querer tratar de romper las estructuras mentales a las que está acostumbrada la gente, y así aportar mi granito de arena para que las personas se conviertan en mentes pensantes?
Sí, es por todo eso.
Desde chiquita agarraba libros de la biblioteca de mi casa y mi pizarrón de juguete, y jugaba a la maestra con mis muñecas, poniéndolas en fila sobre el piso, dándoles un libro a cada una y copiando desde mi cuaderno de primer grado al pizarrón algo de lo que había escrito en el día.
La respuesta a esa pregunta fue simple y concreta.
LE DIJE: -Porque logré decidir que era lo que me gustaba realmente, lo que me apasionaba. Igualmente, recién empiezo, estoy en el curso de nivelación e ingreso.
ME DIJO: -¿Qué esperás del curso de ingreso?-.
Esa pregunta me agarró mal parada, desprevenida, y me dejó la mente en blanco: no sabía qué esperaba del curso.
Tardé un poco más de lo común en pensar y responder aquella pregunta, por más que pensaba no se me ocurría que contestar. ¿Esperaba empezar a conocer la forma en que se manejan los estudiantes terciarios o universitarios? ¿Esperaba conocer la metodología de enseñanza de los profesores de niveles superiores, comparada con la de los profesores de secundaria? ¿Esperaba conocer gente nueva y cambiar de aire? ¿O esperaba simplemente aprender?
De repente, respondí, y me dio la sensación de que aquella mujer esperaba la respuesta que le dí.
LE DIJE: -La verdad, no sé que espero, lo único que te puedo decir es que el primer día tenía un poco de miedo. Ah, y no daba más de los nervios.




(Ésto fue escrito por mi en la primera clase del curso de nivelación e ingreso del profesorado de Castellano, Literatura y Latín. Puede parecer muy esquemático o muuuuy malo, pero teníamos que escribirlo basándonos en la forma de un cuento leído en esa misma clase.)

1 comentario:

tommy dijo...

esta muy bueno Agus!.
Yo cuando la escribi esta me quedo media revuelto, despues te la paso si queres.

besos, que estes bien!

ah!, y me encanto lo del aula llena de muñecas...